No estudié
psicologia porque soy una intelectual, sino porque no entendía muchas cosas de la
vida y de la gente. Empecé, por supuesto, leyendo psicoanálisis y me hice
muchas preguntas. Las suposiciones de Freud acerca de mi sexualidad, de la
sexualidad de las mujeres de las cuales yo soy una, no coincidían con la
realidad de mi experiencia y siendo el Dr. Freud un varón, decidí creerle a mi
propia naturaleza. Desheché entonces el psicoanálisis, aunque más tarde me
reconciliaría, cuando entendí que no es el único posible. Mis interrogantes
continuaban, sin demasiado éxito acerca de proporcionarme respuestas. Por fin,
una amiga me contó que estudiaba Psicología Social. Quise saber más, y ella,
amablemente, esclar
Fue creada,
me dijo, por el Dr. Enrique Pichon Riviere. Para entenderla es necesario imaginarse un grupo de personas sentadas en círculo.
Cada una de ellas tiene un espejo dirigido hacia el centro, de manera que
refleja a todos los otros espejos. Si alguno quiere cambiar la imágen de los
demás, sólo necesita cambiar su posicion y cambiará el reflejo de los otros.
Esa es la forma de cambiar el mundo, cambiando uno. Claro que los otros tienen la misma posibilidad de modificar su
posición cuantas veces quieran. Es lo que conocemos como interjuego de espejos.
La metáfora
anidaría en mí para siempre, transformando mi forma de entender la realidad.
Nunca más me sentí impotente. Años más tarde, yo misma sería psicóloga social.
Hice la carrera tres veces, asi soy de apasionada u obsesiva, como más quieran.
Incité a muchas personas a seguir el mismo camino y continuamente recibo sus agradecimientos.
No todos trabajan de psicólogos sociales, muchos cambiaron de trabajo y otros
siguen con el mismo, pero nunca de la misma manera, porque ahora tienen una herramienta
para cambiar el mundo. Yo creo que la Psicología Social es una mística, no una
carrera universitaria, aunque algunos hayamos ido a la Universidad. Esto no
quiere decir que no cobremos nuestras horas de trabajo: ¡muchos místicos cobran!.
Quiere decir, eso sí, que aunque no nos paguen vamos a seguir adelante. A veces, incluso, pagamos nosotros
trabajando en otra cosa. Pero que quede claro: haciendo esa “cosa” también somos
psicólogos sociales.
Nadie paga
un boleto sin saber a dónde va, ni acepta la propuesta de un viaje que todos
fantaseamos, pero nadie transita. Es el mercado de los que dan
seguridades y saben qué es mejor. Cuando descubra mi error, ya habré invertido mucho
esfuerzo y dinero, así que, tal vez, no me interese reconocer que no quería
eso para mí.
Hay que
estar muy loco o desesperado para subirse a un colectivo con destino
desconocido. Por eso trabajamos muy bien en situaciones de crisis, hospicios, duelos,
adicciones y otras varias angustias públicas, como diría Moffatt. Asistimos a
las víctimas de errores propios o ajenos, de la codicia, del desinterés, de los
prejuicios. Cuando te robaron el presente, solo podés migrar hacia el futuro: cuando
te falta el piso, saltás, a veces, al vacio, pero saltás. Nosotros sabemos que
ese vacío simbólico no existe, que pensar el mañana como vacío es prolongar un
presente ajeno. La Psicología Social nos
enseñó que existe la esperanza y que podemos construir el futuro a partir de
ahora mismo. Feliz día del psicologo social, queridos locos colegas. Ada
Fanelli.
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