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lunes, 17 de junio de 2013

Saborear





En el mundo solo hay dos maestros: el dolor y la curiosidad´-
Muchos acontecimientos se producen sin que sepamos como, y muchas cosas llegan a existir de la misma manera. Cosas que producen fascinación. Cuando la costumbre acaba con la fascinación, surge, en los espíritus inquietos, la curiosidad.
A veces esto no pasa, porque vivimos en un mundo que la desalienta. No importa como llega una imagen a la pantalla, importa que a una le siga otra, si es posible, mas excitante que la anterior. Si esto no pasa, nos aburrimos.  La mente, entonces, exige una  sorpresa tras otra. Nos hacemos adictos a la fascinación y la sorpresa, y nuestro pensamiento queda congelado. Entonces, claro esta, el aprendizaje no se produce.
Ignorantes de los ocultos procesos que mueven al mundo, con frecuencia quedamos atrapados en mecanismos desconocidos o tropezamos en obstáculos absurdos. Así, conocemos el dolor,  instructor inapelable, que llega para enseñarnos acerca de la realidad de las cosas con mano de hierro.
La curiosidad, siempre interrogante, se pregunta por que no supimos escucharla cuando susurró suavemente sus incógnitas en nuestros oídos. Pero es tarde.

El explorador observa y busca para dar cuenta de cómo son las cosas, el científico las explica, el artista las cambia y el místico las acepta.
Al principio, como niños, somos curiosos y todo queremos explorarlo, experimentarlo y  conocerlo.
Después, pretendemos comprenderlo, explicar con nuestra razón lo divino y lo humano. Sin embargo, al mismo tiempo, descubrimos también lo absurdo, lo inexplicable, lo incoherente y lo doloroso. Entonces llega el momento de cambiar, de mezclar la baraja para dar de nuevo. El dolor nos hace artistas y revolucionarios.
Pero después, todavía nos sorprenderá un nueva etapa. Si accedemos a ella, habremos encontrado la felicidad en este mundo. Es la contemplación. No debemos confundir contemplación con observación, aunque se parecen. Y este es el motivo por el cual ancianos y niños son buenos amigos.

La observación es previa a la acción, la contemplación, en cambio, no pretende saber, porque lo que había que saber, poco o mucho, lo sabe simplemente porque transitó el ciclo. Posee sabiduría en el sentido de haber experimentado el sabor de las cosas, de haber saciado el apetito y estar dispuesto al placer de los colores y las formas, de la música y la danza: desde luego, lo mejor que nos depara el banquete de la vida. Ada Fanelli 

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buena Reflexion! me encantoo.. benicio.jorge@gmail.com